La Caza del Codorniz
¿Qué perro uso para la codorniz?
La media veda es el aperitivo de la temporada cinegética, está aquí para “abrir boca”, para despertar el espíritu cinegético de hombres y perros, adormecido tras el parón impuesto meses atrás.
Cazador con su perro en media veda.
La caza es un medio y no un fin, lo importante no es que se cobre una pieza, sino cómo se cobra y para hacerlo bien, con ética deportiva, un perro es una buena garantía. Los perros comienzan la temporada tras algunos meses de inactividad. Su objetivo, las codornices. En las próximas semanas, buscando junto a los arroyos o entre los rastrojos hasta realizar la muestra a la codorniz y cobrando en malezas y vegetación espesa, nuestros perros iniciarán la singladura de una nueva temporada cinegética.
La media veda es siempre un periodo de incertidumbre, ya se ha convertido en norma la dificultad de hacer una previsión de lo que dará de sí, pues la irregularidad se ha establecido como norma de cada verano. A una temporada de abundancia, incluso en zonas no habituales de la africana, sigue otra donde su escasez es norma. En las anochecidas la codorniz merodea por los rastrojos, pero durante el día, cuando la canícula aprieta, gusta de sestear junto al arroyo o entre la maleza de las lindes. ¿Dónde encontrar arroyos y lindes si tras la concentración parcelaria de unas décadas atrás y los modernos herbicidas se ha trastocado el espacio natural donde esta avecilla anidaba? El cazador es el principal beneficiado de gestionar adecuadamente la caza, de fomentar las especies, en definitiva, de cazar con tino y mesura. Buscar el disfrute con el buen trabajo del perro antes que la percha a cualquier precio es una de las mejores formas de hacerlo.
El mejor perro
En el México antiguo creían en la existencia de una culebra, que llamaban zolcatl, cuyo nombre significa enemiga de las codornices, el reptil era capaz de cantar como esta avecilla, la engañaba con su canto y la devoraba. “Es muy ponzoñosa, es fraudulenta, engaña con su canto a las codornices y las codornices que la oyen piensan que es codorniz y van a ella, entonces las devora”, así lo contaba Fray Bernardino de Sahagun, fraile franciscano, evangelizador de las Américas y gran investigador del antiguo México en su ‘Historia General de la cosas de la Nueva España’, escrita en 1540. Así debiera ser un perro para las codornices, un perro capaz de aturdirlas con un canto melodioso, atraerlas y ponerlas a disposición del cazador.
¿Qué perro caza mejor? Si dejamos caer esta pregunta en un corro de cazadores la respuesta es unánime: “¡El mío!”, porque todo cazador posee el mejor perro del mundo, pero si preguntas qué raza es mejor para cazar codornices habrá tantas opiniones como cazadores, uno es partidario del pointer, otro del pachón navarro, aquel del braco alemán y hasta alguno defenderá el perro mestizo. Y es que son buenas todas las razas y no lo es ninguna, porque el perro que mejor caza la codorniz es aquel a quien su amo le mata más caza. Cazar es una ecuación con tres factores: cazador, escopeta y perro. El cazador… tú le conoces. No es mejor escopeta la más cara, la hace buena o mala el que dispara. Y el perro, aquí te lo contamos.
¡Muy importante!
Durante la media veda el gran enemigo del perro es el calor. Altas temperaturas, falta de humedad ambiental y escasa ventilación por la ausencia de aire amenazan la integridad física del perro durante la caza. Si queremos mejorar el rendimiento del animal será necesario que tenga acceso al agua. Una buena hidratación es fundamental para mejorar el rendimiento físico. No hay que esperar a que el animal manifieste abiertamente la sed, porque ésta no aparece hasta que se ha perdido un 2 por ciento del agua corporal, cuando el rendimiento ya ha comenzado a disminuir. Con el sol y el calor la pérdida de líquidos se incrementa, un calor que puede ser agobiante en el campo a finales del verano. Si a esto se le añade que cuanto más liquido se pierde, más disminuye la capacidad del organismo para regular la temperatura, se entiende lo fundamental que resulta reponer el agua que el organismo del perro pierde durante la caza. La cantimplora con agua para aliviar la sed del animal es muy recomendable, en su interior una bebida isotónica de preparación casera. Se puede elaborar fácilmente en casa una bebida isotónica, que saldrá más económica. Para ello necesitarás lo siguiente: un litro de agua, 60 g. de azúcar (3 cucharadas soperas), 1 cucharadita de té de bicarbonato de sodio (o sódico) de venta en farmacias, 1 cucharadita de té de sal yodada. Mezclar todo, y listo.
Pointer
El que se haya convertido en todo el mundo en el prototipo del perro de muestra le ha proporcionado más problemas que ventajas. Constantemente se le exige ser el mejor y lo cierto es que la raza tiene cualidades para brillar a gran altura. A pesar de que su gran velocidad no parece las más adecuada para cazar africanas, gracias a su fino olfato se bloquea súbitamente en cuanto recibe una emanación durante la búsqueda. Ello no es óbice para que en zonas con poca densidad de caza se pueda dejar piezas atrás. Aguanta bien la muestra y guía mejor cuando la codorniz se aleja a peón. Sobre el rastrojo de trigo o centeno el perro bate el terreno en amplio zig-zag, verificando cada montón de paja con constancia. En los días calmos y calurosos un pointer magro en carnes apenas siente el castigo del sol, en esos días ventea a corta distancia lo que resulta muy favorable para cazar codornices, sacando mucha caza.
Braco alemán
El perro polivalente por excelencia tiene dos características muy valiosas para cazar la codorniz, su capacidad de echar nariz a tierra, de rastrear el suelo cuando se necesita y su cobro innato. De constitución atlética, bien musculado y notable resistencia a la fatiga, mantiene durante la caza un ritmo constante. Busca con nariz al viento, confiado en su fino olfato, pero no duda en bajar la cabeza y husmear entre los rastrojos con la trufa. Este comportamiento le permite rastrear y seguir la codorniz que apeona rápido y realiza bruscos cambios de dirección. En la maleza de las lindes, las junquera o la alfalfa donde el ave se refugia del calor, el olfato del braco alemán no tiene dificultad para localizarla.
Perdiguero de Burgos
Raza autóctona, goza de una adecuada adaptación a las condiciones bioclimáticas de la zona central de la península ibérica. Es el perro nacido para cazar en los páramos castellanos. Su constitución física es sólida y posee un magnífico aparato respiratorio, amplio pecho que da cabida a unos pulmones bien desarrollados, lo que le proporciona gran resistencia a la fatiga incluso en las horas de más calor. Aguanta mucho sin beber debido a una amplia superficie de piel cuyos tejidos subcutáneos le proporcionan reservas de agua suficiente. En la caza de la codorniz es metódico, trotador y eficaz. Caza sin prisa, mirando y remirando bien el rastrojo, con ese trote tan característico. El gusto por las muestras espectaculares, tipo setter inglés, o las grandes velocidades, tipo pointer, le tuvo relegado unas décadas, pero cada día son más los cazadores que muestran interés por un perro que ofrece en rendimiento lo que pierde en espectáculo.
Epagneul bretón
Pequeño y dinámico, el bretón cubre bien el terreno a batir, es una raza que “hace fácil” cazar codornices. Su desplazamiento es rítmico pero moderado, con gran tesón, pues a pesar de su aparente fragilidad es una raza muy dura. Cuartea con método y pronto conoce los sitios más querenciosos para la africana, allí la busca y localizada la guía, la cerca, hasta que no pueda apeonar más y brinque al aire. Como buen spaniel o epagneul, si es necesario echa la nariz al suelo, baja la cabeza, y eso le ayuda a encontrar en verano más rastros. Es una raza cuya eficacia codornicera está sobradamente probada, aportando más ventajas que problemas.
Setter inglés
El olfato del setter inglés, por su finura y calidad, por lo aventajado y prodigioso que es resulta difícil de superar, pero la raza tiene en su contra que algunas de sus características físicas lo hacen más propio de la caza de montaña que de los hábitats codorniceros. Con la africana caza a viento alto y aguanta mucho la muestra, que realiza a cierta distancia de la pieza. Su rastreo es rápido, apasionado y suelto. Su pelo es un inconveniente, porque los abrojos y espigas de los pajonales se les enganchan frecuentemente, pudiendo tener lesiones en los espacios interdigitales o el meato auditivo, las dos zonas frecuentemente perjudicadas.
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